miércoles, 21 de mayo de 2014

Papi cumpliría noventa

Hoy cumplirías noventa años y soplo al olvido, papá. Levanto la copa con mi sangre que es la tuya, y cuelgan guirnaldas en mi corazón con fotos de tus mejores sonrisas; no hay regalo mejor para vos que mi reconocimiento de hijo. Te debo la honradez, papi, la boca en trompa cuando la falsedad me quiere dar de comer, y bebo de tu memoria la rebeldía desde que tu niñez y la mía fue andar rodando sobre espinosos cardos.
Andábamos de la mano hasta de pantalones largos. Fuimos confidentes, yo te conté de mis primeros amores, vos de tus penúltimos. Tu agenda supo salpicar Buenos Aires: tango, fútbol, y ese final de bandera verde que una vez te vi gritar en Palermo. Pero la vida te alejó de la ciudad, justo vos que temblabas en la Bombonera o escuchando al Polaco o leyendo en Don Banchero la historia de San Martín. Ya no fuiste el mismo, te alejaste a un bosque en donde a empujones llegaron tus viejos fantasmas a volver hacer la vida imposible. Tardabas más en tomar otra vez mi mano o que te calme la caricia de mi hermana Lucrecia. Al final te sentaste a ver llegar cada otoño desde una silla de jardín.
No hay un altar que construí para vos porque no rezo, ando con vos encima en mi hombría y cuando soy padre. Hubieras cumplido noventa años y me hubieras dicho “dejá de joder” Martín por celebrártelo. Cada tanto te extraño mucho, viejo, todos los días te tengo.