martes, 30 de marzo de 2010

Edda

Hoy me crucé a Edda por la calle Paraguay. Sí, a la Bustamante, con ese apellido que a mí antes me parecía una representación de sus pechos erguidos o no, pero sensuales, muy sensuales, puro derrame de pezón. Pero la pobre Edda que vi hoy lo único que derramaba era pena. Casi escualida y caminando despacio para no tropezarse con la desidia de Macri hecha escombro de vereda. Iba con evidente angustia de ir, la cartera haciéndole vaivén en su mano como si fuera a revolearla lejos, y atrás ella entera. Acepto que cuando la vi traté de simular no verla para casi llevarmela por delante y capturarle algún perfume de esos que nos imaginábamos mezclados en sus sábanas. Pero esta Edda que vi a la mañana en la ruidosa calle Paraguay de los consultorios, no olía, no atendía. Taquitos, pantanloncitos negros, camisa negra ajustada, bien breve, queriendo su placard intentar de nuevo la seducción con transparencias superpuestas. Pero Edda no era. Hombros caídos de pena, y apenas las dos arrugas en aquel frente sensual que ganó grandes combates frente a batallones mejor provistos. Edda iba por la calle sin ver para que la viéramos. Insiste en sus mensajes sutiles. Era seducción y verdad con apenas una voz y un gesto. Caminando ausente por el ruido de la ciudad, ahora nos reclama silencios.

sábado, 27 de marzo de 2010

Reptiles

Hay hombres y mujeres que son reptiles. Se deslizan y te pasan la lengua por debajo de la mesa todo el tiempo para tantearte. Andan enroscados y pálidos mostrando sin demostrar. Ríen como iguanas falsas para que les des lo poco que te toca, y se lo devoran. Y van hacia otros y engullen y viven de la cadencia ajena. No se animan a nada, pero hacen un arte con el distraído que mira al sol o a un estrella para quitarle la bebida que no tienen. Suelen ser pálidos y se enamoran de los que se enamoran para no gastar esfuerzo. Acechan como desvalidos para robarse quimeras ajenas. Degluten de otros, son verdes que nunca maduran y te pican todo el tiempo y el mundo es un sufrimiento por culpa de ellos. Nunca piensan sobre el significado de una verdad para no exponerse en la vitrina que impone la sociedad a los que se arriesgan. Y por lo bajo, siempre rodando, piden escarmiento, gozan con el dolor, el horror, el fracaso de los pobres señalados. Agazapados esperan tu desesperada confesión, para erigirse en jueces piadosos con el sermón amarillento. La mujer reptil toma colores del semblante del hombre que va a atacar, se sumerge en las certezas incompletas de la presa y lo latiga con lenguas que apenas si mueven el líquido mínimo de la desazón. Porque las reptiles nunca llegan a caer con nadie en el ínfimo instante de la inimaginable alegría. El hombre reptil anda apurado con branquias exhaustas porque respira el aire sucio y al ras de su andar retorcido y subterráneo.
Arrastrados siempre, especie que se provoca su propia náusea, especie que se aparece y parece pero no es. Escapad gente tierna, que los reptiles están bajos tus pies.

domingo, 21 de marzo de 2010

24 de marzo (carta del subcomandante Marcos)


A los niños, niñas, ancianos, ancianas, jóvenes, jóvenas, hombres, mujeres
de la Argentina.
América Latina, Planeta Tierra.

Hermanos y hermanas:

Aquí México Zapatista. Allá la digna Argentina.

Les habla el SupMarcos, a nombre de todos los hombres, mujeres, niños y ancianos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Queremos aprovechar que los hermanos y hermanas de Argentina nos dan la oportunidad de decir nuestra palabra en este acto que sirve para darle a la verdad y a la memoria el lugar que merecen.

Porque hay y ha habido quien creyó y cree que, asesinando personas, asesina también los pensamientos y los sueños que en veces son palabras y en veces son silencios. Quien así cree en realidad teme. Y su temor adquiere el rostro del autoritarismo y la arbitrariedad. Y en la resaca de la sangre busca la máscara de la impunidad y el olvido. No para que todo quede atrás, sino para asegurarse de que podrá de nuevo hacer actuar su temor sobre los que le son diferentes.

Nuestros más antiguos nos enseñaron que la celebración de la memoria es también una celebración del mañana. Ellos nos dijeron que la memoria no es un voltear la cara y el corazón al pasado, no es un recuerdo estéril que habla risas o lágrimas. La memoria, nos dijeron, es una de las siete guías que el corazón humano tiene para andar sus pasos. Las otras seis son la verdad, la vergüenza, la consecuencia, la honestidad, el respeto a uno mismo y al otro, y el amor.

Por eso, dicen, la memoria apunta siempre al mañana y esa paradoja es la que permite que en ese mañana no se repitan las pesadillas, y que las alegrías, que también las hay en el inventario de la memoria colectiva, sean nuevas.

La memoria es sobre todo, dicen nuestros más primeros, una poderosa vacuna contra la muerte y alimento indispensable para la vida. Por eso, quien cuida y guarda la memoria, guarda y cuida la vida; y quien no tiene memoria está muerto.

Quienes arriba fueron poder nos heredaron un montón de pedazos rotos: muertes aquí y allá, impunidades y cinismos, ausencias, rostros e historias emborronadas, desesperanzas. Y ese montón de escombros es el que nos ofrecen como tarjeta de identidad, de modo que decir "soy" y "somos" sea una vergüenza.

Pero hubo quienes fueron y son abajo. Ellos y ellas nos heredaron no un mundo nuevo, completo y acabado, pero sí algunas claves y pistas para unir esos fragmentos dispersos y, al armar el rompecabezas del ayer, abrirle una rendija al muro, dibujar una ventana y construir una puerta.

Porque es bien sabido que las puertas fueron antes ventanas, y antes fueron rendijas, y antes fueron y son memoria. Tal vez por eso temen los de arriba, porque quien tiene memoria en realidad tiene en su futuro una puerta.

Somos muchos y muchas los que al buscar la memoria estamos buscando partes de nuestro rostro. Quien nos pide que olvidemos, nos pide que sigamos incompletos, usando las prótesis que el Poder oferta.

Este día, en Argentina, en México y en otras partes del mundo, hay muchos y muchas guardianes de la memoria reuniéndose para una ceremonia tan antigua como la palabra: la del conjuro del olvido y la desmemoria, la de la historia.

Hoy, quienes tienen a la Argentina como patria, nos enseñan que quien camina la memoria, en realidad camina la vida. Y queremos que todos y todas ustedes sepan que escuchamos sus pasos y que, al escucharlos, recordamos que el principal atributo del ser humano sigue siendo la dignidad.

Digna Argentina: los zapatistas de México te saludan.

Vale. Salud y que nunca más la estupidez se permita democratizar el miedo y la muerte

Desde la Ciudad de México.

Subcomandante Insurgente Marcos.
México, Marzo del 2001.
6 de la tarde, hora de México.

P.D.- No se acaben el churrasco, porque siempre me dejan la pura salsa chimichurri. Con el mate pueden proceder a discreción, pero no se acaben las empanadas. Nos vemos luego en la calle de Corrientes para echarnos una cascarita de futbol y tararear un tango, porque la memoria también se guarda con el juego, la música y el baile.

sábado, 13 de marzo de 2010

Acá, un rato

Vivimos soñando. Nadie es quién cree. El alma se dilata en el sueño y se libera de la carga de ser. Recuperar la realidad aventa el misterio cerrado de la existencia. Porque hay un plan descifrado para cada uno para que cada uno lo cumpla. Y después basta y a otra cosa, el universo debe seguir. De qué sirve mostrar o no mostrar, alienarse por un despecho. Sequemos rápido las lágrimas que no hay nada qué hacer. No hay alternativa en esta ínfima participación en el mundo: seamos como somos en libertad absoluta desprendidos de posturas y estrategias. No hay nada que hacer más que ser. Digamoslé no al que se merece el no, bien en la cara al que se merece menos que esta ausencia que somos. Y al que hay que decirle sí, si se puede toquémoslo con el último aliento previo de nuestro desencanto. Zambullirse entre naufragios nos obliga a una costa que apenas está hecha para desprender energías. Sólo para eso. Estamos destinados al silencio y entonces porqué gritamos. Pero en la absurda cotidianidad vamos obligados a movernos. Seamos certeros. Cada acto de nuestras vidas tiene que apuntar a ser soñado para condimentarlo de la grandeza que no tenemos. Ninguno sabe quién nos inventó.
Pero estamos acá, un rato.