Las primeras firmas de la cobertura mundialista de los
medios hegemónicos de la Argentina, son las de periodistas a los que nunca se le
escuchó una definición, ni escribieron alguna línea que les delatara el
pensamiento más allá del circunstancial ir y venir de una pelota. Nadie sabe
que alguna vez hayan despotricado ni siquiera contra el degradante poder que
controla al fútbol en la Argentina. En realidad ocurre todo lo contrario, más
de una vez de sus silenciadas bocas ha salido, muy gentil, el “lo felicito don
Julio”, “gracias, don Julio”, “no hay de qué, don Julio”.
El símbolo del yo no
me meto ni para decir si hay o no penal, el más grande rey de juego del
distráido ante cada cambio de gobierno, el genio de la conveniente indefinición, Enrique Macaya Márquez, sigue como
enviado y subsistiendo en un sector del sistema, el de los medios, el del gran
circo del fútbol , donde como diría Charly, “es mejor mirar a la pared…”. Nada
es casual, aún a sus 80 años parece útil su imagen imperturbable del no te
metas, y eso es lo que pretende el sistema que se exacerba en un Mundial de fútbol, y más en éste,
donde el desenfado del capitalismo en tan enorme que verdaderamente angustia
por su impunidad.
¿Dirá Macaya que en Brasil hay unos 100 millones de
brasileños que no la pasan bien en su vida diaria, pero que tienen que soportar
que el Estado invierta 15 mil millones de dólares para un evento deportivo,
cuando lo urgente, lo que reclaman, es que no haya tanta pobreza, que sea más
decente la salud pública, que haya más viviendas populares, que la educación y
el transporte no sean un dificultad? No creo tampoco que los otros muchachos
pongan en disgustos a don Julio, diciendo que la FIFA es una mera oficina que representa
a grandes empresas y marcas internacionales y que es a la vez gran servidora de
la banca internacional. Cada cuatro años
encuentran otro pretexto para una mega facturación a costa de gente y naciones,
tal como ocurre con las guerras y la industria armamentística: hay que hacer
guerras o mundiales para ganar mucho dinero
De Sudráfica 2010, ocho de los nueve mega estadios quedaron
en desuso. En Brasil llegaron a hacer un estadio en la selva de Manaos ante el
horror de los indígenas , donde no hay equipo brasileño de primera división. Lo
inaugurarán Inglaterra-Italia, después habrá algunos partidos más, y luego su
destino será el de una momia de cemento que tal vez futuras generaciones
tratarán de entender.
Qué extraño mundo es este, donde un puñado de seres
desaforados mastica fojas de billetes, a costa del exhausto alimento de la
mayoría , que atónita apenas si proyecta el día y mira desde un aparato ese
gran banquete.