lunes, 29 de agosto de 2016

Sala de espera

Ha echado sus pesadas anclas y la esperanza se detuvo en mi camino. La valentía de no morir al despertarme se va esfumando con la tarde de otro día perdido.

Hay desmoronamientos y sus polvos se resisten a un viento sanador: parece ser que siempre habrá un cercano epílogo y un atento dolor estirando sus brazos

Las noches ya no me invitan a conocer su sabor, destapan estrellas, brindan amaneceres, las lunas resplandecen en otros cielos. Yo cada tanto soy un relámpago, lejano.

El mundo gira demasiado rápido y yo ando quieto. No detecto las líneas del horizonte. No puedo verle los porvenires al futuro, sólo abundan mí vista los absurdos de lo importante.


Voy mientras enfriando mis manos, acomodando mis huesos, desalojando mi último pensamiento. Con el corazón en terapia nueva, me siento en el sillón a cobijarme con la nada, a esperarlo.     

sábado, 20 de agosto de 2016

El dolor de los Juegos


No pude gozar del todo los Juegos Olímpicos. Vibré con la heroicidad de Del Potro, con la bravura de los Leones, me asombré con la rapidez de Bolt y con el hombre pez apellidado Phels. Pero no puedo celebrar, no puedo. Hay millones de hambrientos de Brasil a los que se ha tapizado de abandonos para poder gastar estos miles de millones. Mientras, yo, ustedes, nosotros, sentados y cruzados de piernas en un sofá, gozamos. Algo no está funcionando en la especie humana que se dedica a mortificar a las tres cuartas partes de sus congéneres. Brasil acaba de dar un brutal golpe institucional derrocando sin causa a una presidenta elegida por una mayoría, pero todas las señales de TV dicen que Brasil es una fiesta. Cada disparo de fuegos artificiales son diez mil platos que se quedan sin comida. Durante el Mundial de Fútbol de dos años atrás, Brasil construyó un estadio en pleno Mato Groso para que se jugara un solo partido. El costo de ese estadio fue de 20 millones de dólares, que traducidos a una humanidad consciente hubiesen sido miles de viviendas y puestos de trabajo. Hoy las alimañas y la vegetación desbocada disfrutan ese otro monumento de la tragedia brasileña y humana. Los Juegos deberían realizarse en países poderosos para que por lo menos devuelvan algo de lo mucho que nos han sacado a los de por acá, y a los africanos de por allá. Solamente esos países de abundancia en sus tesoros pueden realizarlos. Basta de una vez por todas de agravar la desolación de un pueblo para que vuelvan a robar los que siempre roban y para que el oprobioso capitalismo siga vendiendo y el establishment mundial siga rodando y nosotros aprobemos bien cruzados de piernas en un sofá.

miércoles, 17 de agosto de 2016

Dos novias

Sus veneradas caras, son otras. Besé esas bocas que fruncen distinto, que ahora parecen callar

Todos cambiamos como en un terremoto. Todos vivimos distintas vidas, aunque no tanto dirá


Quien tiene su única vida sobrellevada y demolida en el barro. ¿Ellas siquiera tendrán rebeldía?

Hablo de ellas, de mis viejas novias, de las que tanto me he enamorado, de sus miradas claras, de

Sus ímpetus benditos, sus rotundos besos, esa piel con perfume único que bastaba para soñar

Pero las he visto en fotos. Las malditas redes que atrapan y desnudan. Es que no podemos dejar

De ser lo que fuimos en paz. Somos otros, nosotros. El tiempo simula brevedad pero es infinito en

La memoria. ¿Cómo en la dicha no haber conjurado con los días un desdoblamiento continuado?

Para encontrarme en más esquinas con ella, para que las dos me cubran de nuevo con su pelo lacio

Alguien me mostró sus fotos ahora, y yo no puedo no maldecir otra vez esta vida tan adulta

Porque ellas no son lo que eran. Están obligadas a las obligaciones, deben carecer como yo de

Aventuras, de impactos, de sonidos nuevo de la caricia, de ausencias de un amanecer repentino

Que nos aborda. Perdemos seguido en estas sociedades con las distintas avalanchas de la vida gris

Apenas queda el recuerdo, no hay escondites para amar, no nos besamos por cualquier cosa.

Hoy somos esto. Todavía luchamos, gritamos, decimos, pero ellas y yo ya no nos conocemos

Ajenos, con máscaras, ya pasó, es la enésima vida que nos vive y andamos murmurando vestidos

Y sin fe palabras vacías, calculando un amor que no va a llegar, todo eso con tanto dolor cristalino

Como el agua que se va.

miércoles, 10 de agosto de 2016

Esa gente

La gente me da miedo, escozor, me empujan y pujan por ganarme el lugar
Que le cederé temprano para no andar en ninguna carrera porque no sé correr
La gente me da miedo porque es lengua larga, habla sin saber y aún sin beber
Se mete con uno y asevera delirante que uno merece no sé qué cosas en vez de lo que tiene
La gente da vergüenza cuando mira extasiada su ombligo y sólo ve su único mundo cuando el de verdad la va a aplastar
La gente da miedo cuando etiqueta y desprecia que los negros, los cabecitas, los bolitas, los perucas, los judíos...
Y se autocalifica cuando adora al imperio, o al extranjero de occidente, al presidente negro porque tan bien cuida a los blancos y a los bancos
La gente da miedo cuando desprecia animales, vacas, caballos, cordero, chivos, yaguaretés, elefantes, ballenas, tortugas, perros, gatos, y encima vota a liberales para correr a la pobre liebre.
La gente da pena cuando se traga los sapos de los medios, cuando repite frases, slogans, cuando quiere parecerse al presidente delincuente, cuando ni piensa ni elabora y lo maneja la caja boba.
La gente da miedo cuando nos insulta por consecuentes, leales, fieles, por dar lo que fuere por los ideales
Cuando apunta a nuestra insistencia de no querer ver el funeral de los pensamientos
La gente me produce rechazo cuando cree que la utopía ha sido enterrada, que la vida es una buena compra en el supermercado
Que lo que vale es la pantalla táctil, cada vez más plana y llena de colores como sus cabezas tan ausentes
Hay mucha gente como esa gente. Que no quiere cambiarle una coma al sistema, así están las cosas, qué vamos a hacerle
Y amontonan bajo la alfombra las frustraciones, los deseos, porque lo que importa es el qué diran y el qué mostrar, si ya todo va a pasar…
Yo de esa gente me escapo cuando puedo y me oculto en un amigo, en un libro, en los versos de esos ojos verdes, en Guevara o en mi perra, que me lame y me quiere, no como esa gente…

viernes, 5 de agosto de 2016

Madre

Clavo tras clavo, cruces que doblan la espalda y el horizonte pero no los encorvan. Ya no hay manera de resistir sin llamarse Hebe. El puñal infinito del doble asesinato filial le encendió el último fuego, el definitivo. Hebe fue la madre de todos los que tiritando de miedo tenían su calor en cada ronda. El pañuelo blanco de la ironía de su furiosa intensidad de mujer que se olvida de serlo porque la lucha de sus hijos está primero. Alguna vez te abracé, Hebe, y olí un aroma a Madre tan abundante que no hay manera de que ninguna madre no se parezca a ti.
Tan infinito era el abismo donde flotaban humeantes los derechos... Hebe fue y se plantó al oficial y al general, que nos maten a todas las locas… Mataron a Azucena y a las monjas y las lágrimas de Hebe abundando hicieron un río bravío que ningún animal rapaz pudo sortear. Sin Hebe estaríamos escondidos, sin Hebe, nuestros desaparecidos no habrían nacido. A los 87 años un juececito liberal quiere encerrarte. ¿Sabrá el imbécil que se asustaron con vos los torturadores, que en 2001 los caballos que te tiraban querían abrazarte? Cómo puede entender una cabeza formateada con signos que una Mama como Hebe quiera cantarle canción de cuna al Judas que la va a traicionar. Qué importa, el tema es mecer, es el amor, la desdicha hecha fuego. Consistentes ladrones de lo público, como si no fuera poco su espalda agujereada, la utilizaron como carnada. Pero la fe no puede quedar maltrecha con Hebe. Es todo lo contrario a lo que dicen los medios concentrados. Hebe le duele a los estúpidos. Que no ocurra seguir siendo sin Hebe, podríamos ser cobardes y herejes otra vez, encorvados de nuevo, sufrientes en la cruz.