Todos cambiamos como en un terremoto. Todos vivimos distintas vidas, aunque no tanto dirá
Quien tiene su única vida sobrellevada y demolida en el barro. ¿Ellas siquiera tendrán rebeldía?
Hablo de ellas, de mis viejas novias, de las que tanto me he enamorado, de sus miradas claras, de
Sus ímpetus benditos, sus rotundos besos, esa piel con perfume único que bastaba para soñar
Pero las he visto en fotos. Las malditas redes que atrapan y desnudan. Es que no podemos dejar
De ser lo que fuimos en paz. Somos otros, nosotros. El tiempo simula brevedad pero es infinito en
La memoria. ¿Cómo en la dicha no haber conjurado con los días un desdoblamiento continuado?
Para encontrarme en más esquinas con ella, para que las dos me cubran de nuevo con su pelo lacio
Alguien me mostró sus fotos ahora, y yo no puedo no maldecir otra vez esta vida tan adulta
Porque ellas no son lo que eran. Están obligadas a las obligaciones, deben carecer como yo de
Aventuras, de impactos, de sonidos nuevo de la caricia, de ausencias de un amanecer repentino
Que nos aborda. Perdemos seguido en estas sociedades con las distintas avalanchas de la vida gris
Apenas queda el recuerdo, no hay escondites para amar, no nos besamos por cualquier cosa.
Hoy somos esto. Todavía luchamos, gritamos, decimos, pero ellas y yo ya no nos conocemos
Ajenos, con máscaras, ya pasó, es la enésima vida que nos vive y andamos murmurando vestidos
Y sin fe palabras vacías, calculando un amor que no va a llegar, todo eso con tanto dolor cristalino
Como el agua que se va.
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