miércoles, 30 de abril de 2014

Feliz día del ángel

Dicen que hay que saludarte por el día del animal… Pero yo te considero mi amiga infalible y los que andan por afuera son los animales que mi vocabulario considera. Vos, Mora, sos el ángel que no cae sino el que espera cada mañana que despierte, que revuelca en el piso su felicidad por mi caricia, que huele traiciones sin chistar y me ama siempre, de cualquier manera, a toda hora, llueve, truene o aunque tenga ganas de morirme. En ese caso vendrá despacio y se acomodará en un costado esperando que reviva, y sabrá el momento justo para volver y limpiarme con su lengua los restos de mi desdicha.
Los animales están afuera, Morita, esos que hacen la guerra o matan de pobreza, o mienten y estafan y venden la dignidad al mejor cambio de pizarra. Pero vos estás adentro, y me mirás desde el sillón con tu mirada buena, y me permitís compartir y gozar tu espléndida vida de perro...

sábado, 19 de abril de 2014

De Pascuas

Hay miradas que desvelan, sean desde ojos negros, tenue tierra o celeste mar. La mirada que nos abraza es todo, porque cuando nos miran así puede haber amor si titilan esos ojos, si el brillo enceguece, y si mientras tanto la luna da un vuelco y empalidece… Habrá llegado de repente, entonces
Ese amor, tan lánguido y tan buscado, tan ardoroso que no sabemos si somos nosotros mismos los que nos amamos.
Quien abraza con los ojos, como aplicando su último veneno de víbora que retuerce, de inacabada pasión, de milagro y último beso, y se jura morir para vivir, encontrará seguramente enfrente ojos ciegos, mutilados, tan hartos de no ser vistos, desiertas las pupilas, ahora que fue nunca la hora.
Como el brillo cruel, blanco, vacío, tan tenue de la reinventada nada, que finalmente anda
En abril, en Pascuas…

Esperando a Alcón

Un monumento de actor, un alma bella y sin fondo, un bondadoso, buen compañero, tan inteligente, verlo a él era ver a la cultura corporizada, a la gran sensibilidad en zapatos.
Una de mis mejores notas se la hice a Alfredo Alcón, para Al Margen, una revista de cultura y política que yo editaba a puro pulmón. Me recibió como si recibiera a The New York Times; hablamos en la platea del teatro Andamios más de dos horas. Fue increíble: los espectadores –estaba haciendo “Esperando a Godot”- empezaban a entrar, y los dos seguíamos en las butacas a pura charla. Hubo tan buena onda que nos vimos algunas veces más.
Pero eso es anecdótico. Uno lo que se dice a sí mismo cuando muere alguien como él, es que no hay reemplazo, que la existencia no da reemplazos, porque hay seres únicos y únicos en lo suyo. Está de más decir que Shakespeare se vino de las postrimerías del cielo para recibirlo.

miércoles, 9 de abril de 2014

Paro general

Hago un piquete y bajás los brazos. Hay huelgas de los sentidos y no entendemos qué nos pasa. Me transporto sin conductor hasta la cabecera de tus sonidos, y me arrastra el único tren que en sábanas planillas no figura anotado. Hay sirenas que no deben sonar en un día como hoy, pero nos revelan estar vivos cuando todos mueren. Marchamos por la injusticia de no amar siempre, y las banderas se levantan por el último ardor. No hay como aquel pasado -hablan los diligentes-, pero está de paro nuestra memoria. Vamos en conciliábulos al corte del último beso…

sábado, 5 de abril de 2014

Otoño

Soy feliz en otoño. Vuelvo a ver el viejo camino de hojas amarillas, y siento que otra vez caerán de mi árbol los viejos y secos pesares, ruinosos brazos se quebrarán en ramas y ya no me alcanzarán, y aquel retoño fulgurante y breve rodará definitivo y mustio por el sendero. Ahora en abril creo que estoy hecho de esperanza, y pisoteo las hojas como acabando para siempre con pasados que se fueron del corazón y apenas hacen ruido bajo mis pies. Sonrío frente a la nueva brisa por este impensado andar despierto, todavía de pie, a buen ritmo, y hago una marca en la tierra como que de acá para adelante se detendrá el sangrado de los desengaños, y seré apenas una hoja que vuelva a dejarse acariciar cuando la luna llega y resista los vendavales de la desazón. El otoño tiene pausa de estival ardor y ahí voy por su camino lento de final armando mi principio de un nuevo vuelo, suave, casi imperceptible, como nunca tan al ras.