viernes, 5 de agosto de 2016

Madre

Clavo tras clavo, cruces que doblan la espalda y el horizonte pero no los encorvan. Ya no hay manera de resistir sin llamarse Hebe. El puñal infinito del doble asesinato filial le encendió el último fuego, el definitivo. Hebe fue la madre de todos los que tiritando de miedo tenían su calor en cada ronda. El pañuelo blanco de la ironía de su furiosa intensidad de mujer que se olvida de serlo porque la lucha de sus hijos está primero. Alguna vez te abracé, Hebe, y olí un aroma a Madre tan abundante que no hay manera de que ninguna madre no se parezca a ti.
Tan infinito era el abismo donde flotaban humeantes los derechos... Hebe fue y se plantó al oficial y al general, que nos maten a todas las locas… Mataron a Azucena y a las monjas y las lágrimas de Hebe abundando hicieron un río bravío que ningún animal rapaz pudo sortear. Sin Hebe estaríamos escondidos, sin Hebe, nuestros desaparecidos no habrían nacido. A los 87 años un juececito liberal quiere encerrarte. ¿Sabrá el imbécil que se asustaron con vos los torturadores, que en 2001 los caballos que te tiraban querían abrazarte? Cómo puede entender una cabeza formateada con signos que una Mama como Hebe quiera cantarle canción de cuna al Judas que la va a traicionar. Qué importa, el tema es mecer, es el amor, la desdicha hecha fuego. Consistentes ladrones de lo público, como si no fuera poco su espalda agujereada, la utilizaron como carnada. Pero la fe no puede quedar maltrecha con Hebe. Es todo lo contrario a lo que dicen los medios concentrados. Hebe le duele a los estúpidos. Que no ocurra seguir siendo sin Hebe, podríamos ser cobardes y herejes otra vez, encorvados de nuevo, sufrientes en la cruz.

No hay comentarios: