miércoles, 6 de noviembre de 2013

Mara y Mora

Las cuido todo el tiempo a Mara y Mora. A veces me despierto de noche y les apoyos mis manos para que por fin se suban en la respiración. Si no las siento andar a la mañana, una en la cocina la otra rascándose, me preocupo. Hay veces que de noche no duermo por auscultarlas. Es que una me dio el amor, la otra, la lealtad. No digo que no haya lealtades de Mara, pero es distinto con Mora, que se juega la vida si se lo exigen, y se sienta sobre mis pies para que entienda que es mía y que yo soy suyo. Mara ya no me da lo que me daba, eso incesante, furia de pasión, consuelo que no paraba, tanta lucha para abrazarnos finalmente en otra madrugada impensada. Pero la quiero y la ausculto, como desmembré su sangre en la agonía salvada. Es esa lealtad que me enseñó Mora. No vivo tranquilo si no viven. Mora se puso más vieja que Mara porque los perros envejecen más . Pero Mara tampoco es la misma, y hay veces que juntas dormidas antes de tiempo me hacen sentir solo y me quiero ir, a volar y ser estrella, pero no puedo.
Me vuelvo a quedar quieto. Tengo que auscultar. Ver si Mara y Mora respiran bien y si duermen. A mí se me pasa el tiempo mirándolas respirar.

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