lunes, 13 de enero de 2014

Tribulaciones de una noche de verano

La gente se amontona y dice que es feliz. Andamos en autos, trenes, camiones, aviones, globos y alas delta, en fórmula uno, motos, bicis, patinetas, todo para tratar de escapar y desmentir.
Mi gran amigo es el Che, de tal manera que mis enemigos son casi todos.
Cuándo vamos a ser francos para decirnos que la democracia es la ficción de un gran autor complaciente que recibió diez veces más por igual o menor sacrificio.
Trabajar justifica al hombre, dicen algunos. La verdad es que el trabajo como se lo entiendo desde antes y desde siempre, es la explotación del hombre por el hombre. Los que heredan de los que alguna vez robaron, los poderosos que roban, los empresarios, los funcionarios militares o civiles, los administradores, los eclesiásticos, los intermediarios, los políticos, todos esos no trabajan, viven de los que trabajan.
¿Cómo se hace para vibrar el amor siendo adulto? Es que hay quienes se conmueven de la misma manera que hace tanto. Pero hay otros muchos que envejecen como si fuera una obligación, como si la cautela fuera un seguro para que el camino rumbo al adiós no tenga complicaciones.
¿Hay alguien que no convivió con un animal? Pobre, se perdió un aprendizaje esencial.
Qué linda es la pelota. Patear, correr, jugar, gritar, festejar, sufrir, gozar, transpirar… Pero unas decenas de indecentes traficantes del deseo hizo añicos el sentido de correr de cara al viento, y le puso precio, y hoy se enferman muchos para que el negocio de la pelota les toque, con o sin ella.
Ya no se puede vivir en las ciudades. Nadie estará exento de corromperse si permanece hoy en una ciudad. Sea por el cemento, sea por la falta de horizonte y naturaleza, sea por el capitalismo afiebrado que incita a doblegarse con sus tantas caras.
Son mujeres imprecisas las que hablan de poesía. Lewis Carrol las encontró en Alicia. Hay un niña que acaba el secundario que no sabe y mira triste y mata con su piel que se deshace y rompe contra su vista azulada.
La grasa de las capitales no se aguanta más. Si alguien diría la verdad, reconocería que la TV fue hecha para soportar la convivencia en un mundo que se parte en los pedacitos de más canales.
Si uno aprendiera a vivir solo con la naturaleza sería suficiente. Pero la civilización ha creado el conflicto de visitarse.
Si uno pudiera amar sin presentir…

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