jueves, 20 de septiembre de 2018

Ella se encogió

Un escándalo su mirada, pero su fuego fue el lengüetazo que muere rápido bajo las mantas. Lo sabía. El amor se me configura en ráfagas apenas audibles y se va. La soñé después: los mejores momentos de la vida pasan dormidos. Yo la seguía derrotado pero aún así ella se detenía, y en el descarado guión de los sueños, por mí hasta arrancaba una silla con violencia de un bar para que conversáramos. Conmocionado le iba a balbucear un poema pero de golpe no vi más esos rabiosos y velados ojos. Me contentaba con su rodete rubio, su fina nuca como sendero amoroso. Pero ella empezaba a atender su teléfono y hablaba en voz baja y miraba encandilada hacia bajo y se iba encogiendo y yo le quería decir algo pero nadie me oía: la escena se hacía gigantesca yo gritando sin que me escuchen. Y ella ya nada en una silla vacía.
No dejamos nunca de ser breves

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