miércoles, 26 de mayo de 2010

Derrumbe

Resiste y arde el fuego del desierto
No hay calma, solo tempestades de angustias
Pasan bandadas de desconsuelos
Se superponen fracasos, llueven flores mustias
Debo envolverme en mantas de la nada
Refugiarme en las estribaciones del silencio
Dejar que pase el vendaval no tiene sentido
Si son incesantes las desventuras
Me envuelve desaforado el ocaso
Se me ha puesto enfermo el destino
Y está apagado el milagro de esos ojos que curan

1 comentario:

Anónimo dijo...

"Se me ha puesto enfermo el destino
Y está apagado el milagro de esos ojos que curan".

¡Hermoso!

Ya no besan, no acarician ni estremecen al paradójico animal, sensible y racional.