sábado, 26 de enero de 2013

Conmigo

No hay razón que explique estas pobres palabras. Qué extraño sueño hace que te imagine definitiva, pero de repente amanece y ya somos otros. La razón no me explica la muerte de amigos, es porque los dioses son apenas fetiches que cuelgan desvencijados en una ventana. Quién va a decir que se justifica tanto desatino. Hasta respirar es una desmesura si dentro de poco seremos la vanidad de la nada. Tengo ganas de no tener ganas aunque me despierte una mirada. Podemos volver de un abrazo, mujer, pero tu tibieza no alcanza a los queridos muertos nuestros. Los refugios son menos y empiezo a andar por ahí.
Escribo para estar conmigo.

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