jueves, 21 de julio de 2016

En tardes como estas

Hay tardes como estas en la que me despego del suelo, voy enamorándome de todo lo que pasa, se mueva o se quede quieto. El añoso árbol anda jugando a esconder los rayos del sol, y yo tengo ganas de abrazarlo, ser rama, su savia, volar sobre su copa alto como otro huésped gorrión. Descubro, en estas tardes, que no hay mejor forma de declarar amor sin esperar respuesta. Me enamora que parezcan enamorados esos dos que van de la mano y sólo se miran cada segundo como la primera vez. Amo de repente los ojos claros de esa joven de bufanda que pasea su perro: es tan exacto el contraste de su profundo mirar con la aridez del invierno… El mundo es bueno en tardes como estas. Sin previo aviso mi corazón se abre en mil partes y todo entra en un regocijo inexplicable. Quiero darlo todo en estos breves instantes que dura la dicha. Rastrearé hasta la fina molécula, al huidizo microbio, para formularles mis sentimientos. La razón no ha venido conmigo esta tarde. La realidad me mira asustada: no soy yo, se me ha metido un loco de amor dentro mío.

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