viernes, 18 de noviembre de 2016

Muros

Días atrás se cumplieron 27 años de la caída del Muro de Berlín: debajo del último cascote demolido, renació robustecido el neoliberalismo y ahí el capital especulativo comenzó con su fiesta arrasadora. Sin el comunismo el mundo es un trozo a devorarse cada minuto por los grupos concentrados. Pero de tanta panzada, a los ricos la muerte se les vino encima como una premonición del propio final. Ya en Europa no saben cómo desterrar a los desterrados por el hambre que llegan de todas partes. Sus mares están regados de cadáveres. Ahora el lascivo Trump quiere levantar otro muro que igual treparán los mexicanos aunque su altura raspe los cielos. Israel no sabe cómo amurallar más a los palestinos, pero eso no basta para que deje de retumbar su heroica resistencia. Aquí mismo, en la sodomizada Argentina, hay muros sobre las villas y los millonarios se esconden cada vez más en mansiones fortificadas y ya andan en autos blindados y ya se arman como propone Macri y su ministra de Seguridad, porque saben también que se les vienen encima los que no pueden comer. Prefiero el primer muro porque el capitalismo sabía que no podía pasarse de la raya. Ahora estamos libres en el mercado, que se empacha de nosotros los comunes, los marginales. Llegará el día que se atragante y muera. Mientras tanto, los pueblos vamos y nos aplastamos unos con otros, esperando como lombrices de su carnada.

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