(a Lucía)
Inmensa luna ardiente, tan blanca y desprejuiciada asomándote con tus montes claros por mi ventana
Luna desafiante en los muchos lutos de Occidente, en los tristes que aman nada, avería de resignados
Esta luna despampanante a los olvidados ilumina, da brillos a oscuros, a desamorados los despabila
La misma Luna que Cristo miró cuando supo todo en vano, la que enamorada a Guevara en la selva acunó.
La Luna deambulada por Pessoa en las estériles calles de Lisboa, Luna testigo de una carta: la de Walsh.
Luna que aún me sigue cuando no soy, Luna confidente que esconde en su poniente resacas del amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario