miércoles, 4 de octubre de 2017

Cuando nos enamorábamos

Ahora me acuerdo de cuando amábamos. Sólo importaba amar, o algo parecido, pero había que estar enamorado o algo así, o fingir, para que un libro, una poesía, una canción, nos hiciera pensar en ella o en él. No existía otra forma de vivir sin una ilusión de amor. Rimas tempestuosas nacían en trasnoches cuando nada sabíamos de ella o de él. El poder ruinoso casi que no nos tocaba cuando andábamos imaginando encontrarla/lo, imaginando cómo iba a ser, dónde, el escondite, el beso… Andábamos en andas pensando tocar la bendita piel aunque fuera el colectivo que nos llevara y entre ensueños se nos pasara de largo la parada. Eramos Incesantes, sólo nos justificaban los besos. 
Besos con o sin sexo posterior, tanto no importaba el final, importaban los besos que nos eyectaran a la luna, al insomnio, besos ambulantes incontenibles, besar besar aún apenas, pero con la ternura en fiebre, curándose con analgésicos de nuevos besos.
Alguna vez nos parecimos a personas felices. Saboreaba el corazón nuestros relatos apasionados.
Pero alguna vez pasó que nos hicimos secos. Dejamos de jugar al amor. Nos abruma lo que debería ser el desperdicio. El poder está más enfermo que nunca y anhela nuestra tristeza. Nuestro desgano... Trabaja para el abandono del corazón.

No hay comentarios: