domingo, 12 de mayo de 2013

Conversaciones con mi perra

Me ve y entiende que es esa música que me conmeuve.
Se duerme tranquila si hay alguien que sensatamente promueve una revolución.
Comparte brillos de ojos ante el nuevo libro comprado, y sabe que un pedazo de carne será suyo.
Sabe leer mi cara pobre en la rutina de la llegada. Suele ver resignación, pero de todas maneras va con mohines si aún presiente una mueca de sonrisa.
No hay peor encuentro que un abrazo con la nada. Se recluye y vamos a dormir los dos la siesta.
Cada tanto se pone de fiesta porque yo lo estoy. Cada tanto me reestablezco por sus revuelcos y sus patas firmes que se alzan para compartir.
Finge volverse a despertar cuando por fin me despierto. De a saltos viene a hacerme creer que es feliz y que yo también puedo serlo.
Le quiero decir que hoy obtuve una verdad, y me tiro sobre ella jugando. Se pone feliz y la salpíco con agua del lavatorio como solemos divertirnos cuando estamos divertidos.
Después de un rato, casi con ojos inundados de sangre, subida al sillón, ya sabe que todo pasó y pide permiso para dormir.
Ella se sacude en el sueño y yo estoy a punto de entrar a mis pesadillas. De alguna manera todavía sé que volveré y ella también.
Con problemas importantes nos hacemos un bollo, vos el cuerpo, yo el corazón que me queda. Tal vez pasa demasiado sin vernos, hasta que la correa vuela y volvemos a la plaza.
Sabés que estoy como estoy.Decís lo mismo. Pero vos y yo tuvimos hoy algún sol y algún afecto, y por ahora alcanza…

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