martes, 3 de diciembre de 2013

Tormenta

Se vuelan las nostalgias, ya no queda nido que sobreviva al recuerdo; la tormenta viene bien para despeinar el futuro, chapalear entre las ilusiones caídas. Siempre a volver empezar lo que nunca empieza. El mundo es violento y cruel aún sin tormenta. Se podría aprovechar el remolino e ir a parar a cualquier parte. Donde nadie sepa quiénes somos, ni nosotros mismos. Y andar descalzos, sin pensamientos, mojándonos en la lluvia o abrazados al sol. Tanta muerte, el dolor, la injusticia, los gritos, la histeria, el dinero, las posturas, las composturas, las obligaciones, los gobiernos, los bancos, el dinero, los autos, las ciudades, la tv, la radio, los diarios, toda esta realidad que nos hace marchar las horas y no vivirlas, podría desaparecer, olvidar que ha existido, y por fin ser libres, tan libres. Y que vengan todas las tormentas que quieran que las recibiremos encantados y cantando, sin que nada más nos hiera en ese mañana que no llega...

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