viernes, 15 de octubre de 2010

Los millones de 33

Pobres mineros que debieron padecer lo imposible para ser vistos por el indecente poder. Siempre lleno de polvo sus futuros, enfermos sus pulmones, deben tolerar ahora el abrazo falso y una risa de máscara del mismo capital que los explota. Cobre que sacan los de abajo y lo cobran los de arriba. Empacho de cinismo en cámara, poses y palabras, pero serán cientos, miles, millones de 33 que seguirán envueltos de mugre y esclavos del trabajo forzado para que la fiesta de las hienas de la especie, continúe. La depredación humana urgirá pronto otros 33, para poner la zanahoria que idiotice un buen rato y que diga que personajes despreciables como Piñera y sus dos mil millones de dólares de fortuna, son algo bueno. Afiebrados, los medios de la corte convulsionaron para mostrar la grandeza de los 33. Pero se olvidan sin embargo a diario de la grandeza de tantos de vivir sin nada. Andan diciendo otra vez, de regreso a su sillón, que a los jóvenes y morochos hay que encerrarlos para que no roben lo que a sus amos les sobra, y que se niegan a repartir porque deberíamos saber que el mundo es de ellos. Como el mundo de abajo de las minas, como el de arriba de los satélites, como el que yace en el mar, como el mundo de cada día del pan. Hasta que millones de 33 afirmen que todo esto no volverá a repetirse.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Genial este artículo, coincido plenamente.

Anónimo dijo...

Ya nadie se acuerda de los mineros. Las protestas de cientos porque no tienen trabajo no interesan. Se se guirán muriendo de hambre o enterrados, total ya Piñera logró subir a su costa el índice de popularidad.